miércoles, 17 de febrero de 2016

LAS FORMAS NO SON LAS CORRECTAS AUNQUE EL CONTENIDO PUEDA SERLO

  Hugo y yo recibimos el supuesto diagnostico de la forma más dura y cruel por parte de la directora y psicóloga del CDIAP, una fría tarde de noviembre.  Y dedujo el mismo, tras valorar a Héctor durante media hora cada semana, en el periodo de un mes. Es decir, en total, dos horas.

  Por mi profesión valoro y valoraré siempre la empatía de los verdaderos profesionales. Y puedo asegurar que no está reñida con la seriedad en el trabajo.
  Pero en nuestro caso, ya percibíamos  la falta de empatía de la psicóloga (casualmente, directora del CDIAP de zona) con la que personalmente nunca he tenido feeling. Sobre todo, porque creo que nunca hay que frenar la lucha constante de unos padres y menos en nuestro caso (dado que por mi parte, hemos aprovechado todas las “influencias” posibles de mis compañeros de trabajo,  para que pudieran valorar cuanto antes a Héctor).

  El caso, es que esa tarde nos sentamos en su despacho, y sin miramientos (yo diría, que sin sedación, sin analgesia, y sin puntos de sutura) nos verbalizó su dictamen: “determino que Héctor se trata de un niño autista moderado-grave”. Ahí queda eso!

  En este punto, quiero haceros un pequeño resumen de cómo vemos a Héctor (coincidiendo con familiares, amigos y en la guardería que ahora mismo está cursando P2) como un niño que apenas presenta estereotipias, ni tiene intereses muy restringidos, y que actualmente tratamos sus problemas sensoriales. Es muy cariñoso y risueño, que aun no se comunica verbalmente, pero que tiene lenguaje no-verbal (expresión); si quiere algo, o bien lo consigue solo o bien, nos coge de la mano y nos lleva donde quiere o nos trae lo que quiere (comunicación).
  Aunque por el momento no se expresa con palabras, tiene comprensión. Lucha por lo que es suyo (sus propios juguetes, por ejemplo) aunque es cierto, que tenemos que aprender a manejar su fuerza para no zarandear al niño/-a que no quiere devolvérselo. Pero inclusive eso, es bueno. Es bueno que él tenga claro el concepto de posesión como cualquier otro niño neurotipico.

  A día de hoy aun no hemos digerido ese diagnostico. Pero aunque el duelo es inmenso, y  lloremos a diario, no podemos permitirnos el lujo de paralizarnos. Hay que trabajar y trabajar, para conseguir que Héctor sea una persona autónoma y se desarrolle como tal.


  Es cierto que se murió el hijo en el que nos proyectamos cuando estamos a la espera de su llegada, y que nació otro plagado de incertidumbres: si hablará, si leerá, si escribirá, si estudiará…. Pero Hugo y yo luchamos y lucharemos juntos para que así sea.

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